domingo, 19 de noviembre de 2017

Antropología de la droga II: Salud, estigma y persecución.

Resultado de imaxes para antropologia de la droga



      En el post anterior comenté que Occidente no hace un uso sagrado de ninguna droga. La razón es evidente. Las sociedades chamánicas usan la droga como una ayuda para ir a un más allá. En Occidente no creemos en ningún más allá, de modo que no tenemos ningún sitio al que ir. 

     Esta idea de la laicidad de Occidente nos lleva a la percepción, conceptualización y uso que hacemos aquí de las drogas. Nuestra sociedad es una sociedad científica. La ciencia y la razón son el principio y el instrumento único para explicar cualquier fenómeno. En la Edad Media, si, por poner un ejemplo, una epidemia de peste asolaba un pueblo, la explicación que se hacía evidente a cualquiera era que se trataba de una maldición divina. Y se reaccionba en consecuencia. Para superar la peste, se rezaba, se hacían procesiones y probablemente se acusase a alguien de brujería y se le quemaría en la hoguera. Hoy en día, si una epidemia se ceba con una población, a nadie se le pasa por la cabeza que sea un castigo divino. Médicos y científicos estudiarán la cuestión, emitirán un veredicto y se tomarán las medidas sanitarias correspondientes. Es, por tanto, la nuestra una sociedad científica.


Resultado de imaxes para peste

     Una de las consecuencias inmediatas de vivir en una sociedad así es la obsesión por la salud. La ciencia ha permitido que las personas vivan más tiempo y físicamente mejor. Ha contribuido a alejar un poquito de nosotros la enfermedad -o al menos no nos hace tan vulnerables-. Es por eso que la salud impregna todos y cada uno de los aspectos de nuestra sociedad: vamos gimnasios para mantener nuestros cuerpos sanos; hacemos dietas lacerantes para alejar de nosotros el temido colesterol y el ácido úrico; los supermercados, donde es imposible encontrar un producto que no sea rico en Omega 3, bifidus, vitamina A o cualquier otro elemento que ayuda a ser más saludables, se parecen cada día más a las farmacias; etc... -Creo que no hace falta extenderme más entre la relación de una sociedad científica y la obsesión por la salud-. Paralelamente, la salud se convierte en un patrón moral. Lo sano se identifica con el bien, lo insano con el mal. Nos disgusta la enfermedad. -No quiero extenderme más aquí sobre la relación entre salud y moral. Si os interesa el tema podéis consultar estos dos posts: Fumadores y brujas y Hospitales como cárceles. Sea como sea, creo haber demostrado ya la relación entre salud y moral. 



Resultado de imaxes para supermercado con productos sanos
Supermercados como farmacias.

     Toda sociedad tiene su propia cosmovisión y su consiguiente sistema de valores. Mary Douglas en Pureza y Peligro demostró que cualquier fenómeno que no encaje en esa cosmovisión es percibido como peligroso y se lo margina. Así, por ejemplo, en Occidente hasta hace poco se consideraba que existían dos géneros, que, además, se identificaban con el sexo biológico. Había hombres y mujeres y cada uno de ellos se les asociaba un rol, con sus valores y conductas permitidas y prohibidas. El sexo, fruto de esta concepción de la sexualidad, tenía una finalidad reproductiva. En consecuencia, los hombres se acostaban con las mujeres que, a su vez, tenían hijos. El comportamiento sexual del hombre era dominante y agresivo, mientras que el de las mujeres era sumiso, cuando no negado. Un fenómeno como la homosexualidad no encajaba de ninguna manera en una concepción del sexo y el género tal. Hombres que se acuestan con hombres o mujeres que se acuestan con mujeres no podían tener hijos. Era algo, por tanto, fuera de la cosmosivisión de la sexualidad occidental. Por tanto, la homosexualidad se consideraba algo peligroso y se marginaba y perseguía a los gays y a las lesbianas. 

Resultado de imaxes para persecución homosexuales
Prisioneros homosexuales en el campo de Buchenwald.



    Algo similar a los homosexuales les ocurría a las mujeres menstruantes, con la salvedad de que su impureza era temporal. Una mujer que tiene la regla normalmente no puede quedarse embarazada. Está, por tanto, fuera de lo esperable para su rol. De ahí que en Occidente la sangre menstrual se considere algo repugnante -incluso hoy en día muchas de las mujeres que dicen ser feministas siguen pensando que la regla es asquerosa-. Lo peligroso siempre es susceptible de contaminar a los demás, por eso los fenómenos peligrosos se marginan, se persiguen y se aíslan. En ciertas culturas que tienen una concepción similar a la nuestra de la sexualidad femenina, llegan al extremo de meter a todas las mujeres que tienen la regla en una choza fuera del poblado mientras les dure el periodo. Hoy en día nosotros no llegamos a esos extremos, pero yo aún recuerdo ciertas creencias como que las mujeres menstruantes no pueden hacer mayonesa porque se les corta. Es decir, que contaminan la mayonesa. Y basta con ver cualquier anuncio de compresas. Son monumentos a la negación de la menstruación. Lo único que importa es que las mujeres menstruantes parezcan que no lo son. 



Dodakka, con su hija de mes y medio
En la India, las mujeres kadogulla que han parido o tienen la regla son consideradas impuras y, por tanto, aisladas en una choza. En este artículo de El País cuenta cómo sucede bastante bien: aquí


     Volviendo al tema de la droga, nuestra sociedad solo permite un uso medicinal de la droga. No podía ser de otra manera, porque fuera de eso la droga no encaja dentro de nuestro sistema de valores. Dentro de los límites de la medicina, usamos la droga de diferentes modos: usamos opiáceos para relajar a las personas que padecen estrés o ansiedad; tomamos antidepresivos cuando consideramos que un estado de ánimo bajo ha cruzado los límites de la normalidad y se ha convertido en depresión; suministramos morfina en los hospitales a las personas que se despiertan tras una operación para evitarles el dolor; narcóticos a los insomnes; etc...


     Fuera de este uso medicinal, el consumo de drogas no encaja en nuestra cosmovisión, así que se persigue y margina. Una persona con depresión puede tomar antidepresivos sin ser estigmatizado, pero a alguien que consuma un euforizante como la cocaína solo para pasárselo bien se le adjudica la deshonrosa categoría de drogadicto o vicioso. Y lo mismo sucedería con alguien que, en lugar de tomar un opiáceos por estrés, se quiera pegar un relajante viaje de heroína. 



Resultado de imaxes para inyectarse heroina



     Departiendo de este tema con mis alumnos, veían absolutamente normal que se estigmatizase la droga porque "son malas para la salud". Les parecía una verdad tan evidente porque están imbuidos de nuestra cosmovisión occidental de la ciencia y la salud. Y les costaba bastante abrir la mente lo suficiente como para entender la reacción de absoluta indiferencia de un indio al que le dicen que tiene que dejar de tomar peyote porque es malo para la salud. 


     Además, que la droga sea mala para la salud depende del modo en que se consuma. Evidentemente, inyectarse heroína es malo y aún por encima ha destrozado la vida de innumerables familias en los años ochenta y noventa. En absoluto estoy diciendo que la heroína no sea mala. Lo es y mucho. Lo que estoy diciendo es que la heroína es mala para la salud si la usamos como hacen los yonkis. Prueba de ello es que un opiáceo tomado regulado por un médico puede ser muy beneficioso. Y, si no, que me lo digan a mí cuando pasé mi primera crisis de insomnio. Por eso digo que la droga por sí misma no es ni buena ni mala para la salud, depende del modo en que la consumamos. Cada cultura regula y controla el uso que se hace de la droga. Si la consumimos fuera de esos patrones, es cuando la droga se convierte en algo peligroso. Y precisamente para protegerse de esos peligros y de posible contaminación, las culturas controlan su uso. Incluso se regula quién tiene acceso a ellas y quién no. Dice Michel Perrin al respecto: 


   

     En las sociedades tradicionales, el uso de la droga está muy codificado, como lo está el acceso a lo sobrenatural: sólo ciertas personas (shamán, brujo, sacerdote, etc.) son autorizadas a tomarla, o grupos restringidos, en ocasiones bien definidas, por períodos limitados (en el transcurso de las iniciaciones, con ocasión de festividades cosmológicas anuales, para marcar alianzas entre grupos, etc.). En otras palabras, el consumo de droga o su prohibición coincide siempre con una división del campo social en grupos distintos. Entre los Guajiros, el consumo del jugo de tabaco distingue a los que. tienen acceso a lo “sobrenatural”, al mundo-otro, y a los que no. Tomarlo cuando uno no está autorizado suscita un castigo “sagrado” llevando a la muerte o a una grave enfermedad.
(...)
     De igual modo en la sociedad inca, el uso de la coca era reservado a la clase de los sacerdotes, de los “curacas” y de los jefes locales. La justicia castigaba las faltas a esta regla: de cierta manera toda ingestión de droga por otros significaba una amenaza a su poder (Watchel, 1971). 
Resultado de imaxes para Guajiros
Mujer guajira.
     Nosotros también controlamos el uso de la droga por diversos medios:

     El primero y más evidente es a través de las representaciones colectivas. Las representaciones colectivas son aquellas cuestiones que las sociedades consideran evidentes más allá de toda duda y que operan a nivel inconsciente. Así por ejemplo, en nuestra cultura consideramos que matar está mal. Nadie duda al respecto. Si queremos denostar a alguien, le llamamos asesino. Nadie aquí considera que matar pueda estar bien. Y sobre todo, lo más importante es que nadie se plantea que pueda ser de otra manera. Aceptamos sin reflexión que matar está mal y punto. Lo mismo sucede con la droga. Hemos creado una representación colectiva sobre ella y la hemos connotado negativamente. La droga es mala porque sí, más allá de cualquier representación. Tanto es así, que si a alguien se le ocurriese defender las bondades de la droga en determinados contextos, seguramente tendría problemas. Si a mí se me ocurriese decir en clase que las drogas son maravillosas, que todos los alumnos deberían probarlas, con toda probabilidad varios padres se quejarían y yo tendría serios problemas con mi inspectora de educación, que me abriría un expediente seguro. -Si queréis saber algo más acerca de representaciones colectivas, control simbólico y control social pinchad aquí. Es un post un poco más técnico, pero creo que se entiende bien-. 

     Otra forma de controlar el consumo de drogas y evitar que se haga fuera de los cauces establecidos es la presión social del entorno de las personas. Un yonki no está bien visto, de ahí que los drogadictos oculten su condición. A nadie le gusta ser un paria, así que evitamos consumir drogas para no convertirnos en uno. 

     La legislación es el modo que tienen los poderes para controlar el consumo de drogas. Se legisla prohibiéndolas. Aquí existe una pequeña contradicción, porque no es ilegal consumirlas, pero sí la posesión de más de determinada cantidad, comprarlas, fabricarlas o cultivarlas. Como digo, es una contradicción, porque difícilmente uno puede drogarse sin comprar, cultivar o fabricar, pero, sea como sea, las drogas se persiguen legalmente. Esta no es una estrategia baladí, porque uno puede meterse en problemas muy serios con la ley si se mezcla en el consumo de drogas, y esto echa para atrás a muchos posibles consumidores. 


Resultado de imaxes para redada drogas
Imagen de una redada antidroga.


     Y, por último, las instituciones sanitarias. Hay todo un sistema montado para que la gente deje la droga: atención en los hospitales, grupos como el centro Reto, etc... En este sentido, legislación y salud viene a ser lo mismo. Como he repetido en varias ocasiones, nuestra sociedad es una sociedad basada en los valores de la salud. La legislación lo único que hace es explicitar en forma de leyes algo que ya hacía nuestra cultura en forma de valores. El drogadicto es un delincuente porque es un enfermo y viceversa. 

     La consecuencia de todos estos controles es que el drogadicto y la droga quedan fuera de la sociedad y, por tanto, se tienen que refugiar en ambientes degradados, sórdidos, al margen de la ley. La prohibición de la droga genera delincuencia alrededor de ella. 

     Al mismo tiempo, vivimos en un sistema económico que convierte absolutamente todo en negocio. Cualquier cosa, la ropa, el deporte, los recursos naturales, lo que sea. No hay nada en este mundo que el capitalismo no haya convertido en negocio. Y la droga no iba a ser una excepción. No solo las drogas legales, con las que comercian las farmacéuticas como Bayern o Novartis. También las ilegales. Aldedor de ellas se ha creado una economía de la droga -el narco, los cárteles, etc...-, que no por ser ilegal deja de ser un mercado. Un mercado al margen, pero un mercado al fin y al cabo. Si no recuerdo mal, el Chapo Guzmán llegó a ser la quinta persona más rica del mundo. El dinero entra y sale de la legalidad y el que sale de la droga sirve para conseguir cosas dentro del sistema. Por supuesto, como es un mercado al margen de la ley, es negocio marcado por la violencia, cada vez más extrema, del narco y los cárteles. 


Resultado de imaxes para cartel de la droga
Miembros del Cartel de Jalisco.






No hay comentarios:

Publicar un comentario