domingo, 31 de julio de 2016

¿Cómo seríamos sin cultura?

   
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    Después de lo que acabamos de ver, de la importancia que tiene la cultura en la conformación de nuestra identidad, surge otra pregunta: ¿cómo seríamos sin identidad cultural, es decir, sin cultura? 

 La respuesta a esta pregunta es compleja, fundamentalmente, porque no podemos experimentar para comprobarlo. Coger a un recién nacido, aislarlo durante toda su vida y observarlo sin que se entere no está bien, por mucha curiosidad que tengamos. Podemos imaginarlo, como hicieron en cierta manera Kipling o Edgar Rice Burroughs con Mowgli o Tarzán, pero eso no dejan de ser especulaciones, construcciones de la inteligencia que nunca se podrán comprobar empíricamente -como gran parte de la física contemporánea, por otra parte-. La respuesta más corriente y la que creo más convincente es que seríamos bastante parecidos a cualquier otro mamífero, dominado por el instinto y sin capacidad de reflexión.

    Hay algunos casos de niños que pasaron los primeros años de su vida aislados de cualquier contacto humano, pero son muy controvertidos, porque no sabemos qué nivel de aislamiento padecieron, si interactuaron con humanos al principio de su vida, si lo hicieron esporádicamente mientras vivían en el bosque y qué demonios pasó con ellos hasta que fueron encontrados e insertados en la sociedad humana. 

    El caso más famoso de niño salvaje es de Aveyron, en el sur de Francia. El 19 de Enero de 1800, en un pueblo del sur de Francia apareció un niño saliendo del bosque solo. Tenía en torno a doce años. Caminaba, pero no hablaba. En su lugar, emitía chilliditos agudos. Por supuesto, no tenía el menor conocimiento de limpieza o higiene personal. Estaba asqueroso y meaba y cagaba donde le cuadraba. Tampoco le gustaba la ropa, que se quitaba y rompía. Lo llevaron a un orfanato, pero se escapaba continuamente. Por lo que parece, el niño era normal desde un punto de vista biológico. No tenía ninguna tara, ni física ni mental -insisto que desde un punto de vista biológico-. Sin embargo, según los médicos de la época, en todo aquello que no tenia que ver sus necesidades básicas, era un animal. No era capaz de reflexionar, ni siquiera de tener ideas. Cuando trataron de convertirlo en una persona normal, el éxito fue bastante limitado. Aprendió a vestirse solo y a bañarse, pero solo aprendió un número muy pequeño de palabras y, por tanto, su capacidad para hablar era muy limitada. 




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Esta es la foto del niño salvaje de Aveyron
que aparece en la Wikipedia.

    De todos modos, hay que tener mucho cuidado a la hora de extraer conclusiones y generalizar a partir de casos como el del niño salvaje de Aveyron. No sabemos si tenía alguna tara mental que no fue detectada en su momento, si padeció algún trauma que lo dejó así o qué fue de él. Pero, sea como sea, podemos hacernos una idea de cómo sería la vida humana sin cultura. 

   P.D. Hay una película sobre el niño de Aveyron. Se llama El pequeño salvaje y está dirigida por Truffaut. Es casi un documental y está en blanco y negro, pero es un peliculón. 

    

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