domingo, 6 de marzo de 2016

E. L. Doctorow: Billy Bathgate.


   Probablemente no es la mejor novela de Doctorow. Quizá lo sea Ragtime, pero Billy Bathgate desde luego es una novela muy interesante que recomiendo leer casi a cualquiera. 
    Billy Bathgate es todo un ejemplo de técnica narrativa. Se centra en la figura de Billy Bathgate, que cuenta la historia en primera persona y que es un chico de barrio en la América de los años treinta. Billy merodea por las calles hasta que consigue llamar la atención del ídolo del barrio, el Holandés, un mafioso. Y a partir de ahí la historia no es tanto la de Billy, como la de aquellos hombres que se hicieron a sí mismos y salieron adelante en un tiempo en que las cosas no eran fáciles. 
    La novela me gustó por muchas razones. 
    Para empezar, como acabo de señalar, está formalmente muy bien construida. Utiliza el truco del narrador testigo para contarnos la historia de otros personajes tan interesantes -o quizá más- que el propio narrador. Esta técnica le da la narración una sensación de cercanía y alejamiento con la que Doctorow juega continuamente. No sabemos hasta qué punto conocemos a los personajes o si sólo tenemos las impresiones de un muchacho que está jugando en un mundo de lobos.
    También me gustó mucho que la novela no se entrega al maniqueísmo moral. Lo fácil hubiese sido condenar a los protagonistas y regocijarnos en el horror que provocarían sus actividades -no olvidemos que son unos mafiosos-. También podría recalcar que se trata de un relato de ficción, trivializar y distanciar al lector de los hechos narrados y contemplar así como héroes a estos mafiosos, como hacen las películas de acción o Pérez Reverte. La primera opción suele incurrir en la sensiblería y la segunda es la propia de los best sellers planos y sin matices. Pero Doctorow no hace ninguna de las dos cosas. Ni juzga ni venera. Utiliza a su narrador testigo para contarnos la historia al mismo tiempo desde dentro y desde fuera, es decir, condenar y comprender y mantener así el término medio.
    Es un buen punto la estructura de la acción de auge y caída. El protagonista progresa en su vida al entrar al servicio de una organización mafiosa y al ir ascendiendo en la organización poco a poco. Pero el fiscal general hostiga al Holandés, pierde el apoyo de otros grupos mafiosos y la banda está destinada a la desaparición. En Grandeza y Decandencia de César Birotteau Balzac utiliza esta estructura narrativa de auge y caída para trazar una historia de vida. El protagonista sube a los cielos del comercio burgués y desciende a los infiernos de la bancarrota. Doctorow no es un escritor del siglo XIX, sino de finales del S.XX y en cierta manera la postmodernidad tiene que influirle. Todo está ya escrito, de modo que lo único que pueden hacer los autores postmodernos es retorcer, jugar con las formas para sorprender al lector. Y esto es lo que hace Doctorow en Billy Bathgate, porque el auge y la caía del protagonista están en estrecha relación con las de una banda que en el momento en que él entra a formar parte de ella ya tiene los días contados. Paradógicamente, el cénit vital de Billy Bathgate tiene lugar cuando entra a formar parte de una organización que está herida de muerte. 
    Y ya para terminar, me gustó el tono y la estructura de la novela, que acaba siendo una suerte de novela picaresca moderna. La estructura al servicio de varios amos ha sido sustituida por la de un solo amo, pero, si tenemos en mente la definición de picaresca de Wicks: un protagonista peor que nosotros que se enfrenta a un mundo peor que el nuestro en una sucesión de aventuras, Billy Bathgate es una novela picaresca de manual. Y como aquellas obras del siglo XVII español, aprovecha el periplo vital para hacer crítica social a medida que se va encontrando con los diferentes personajes, que funcionan como metonimia del grupo social al que pertenecen.
   En definitiva: una novela muy completa más que recomendable. 
    

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