lunes, 28 de marzo de 2016

Don DeLillo: Cosmópolis.


    Desde luego, DeLillo no es un autor que deje indiferente. O lo amas o lo odias. No hay término medio. Yo lo amo.

    Cosmópolis no es Submundo ni de lejos, pero es una gran novela. 

    Cosmópolis cuenta un día en la vida de un exitoso broker que quiere ir a cortarse el pelo en su limusina. Por el camino tienen lugar una serie de peripecias y pasa algo que no quiero contar para no estropear el final.

    Como todas las obras de DeLillo, es una obra muy compleja. Hay tres aspectos que me resultaron fascinantes:

    1) El significado de la novela. Walter Kim, crítico del New York Times dijo de esta obra "Cuidado con la novela de ideas, particularmente si las ideas vienen primero y todo lo referido a la novela (como la historia) viene en segundo lugar". Supongo que es lo que piensas si no compartes el posicionamiento político del autor. No es mi caso. El tema de la novela es el de siempre de DeLillo: crítica al sistema, vidas alienadas a pesar del dinero, la relación entre poder y tecnología, etc... Eric, el protagonista, parecer tenerlo todo. Y sin embargo, no encuentra el sentido a nada y se pasa el tiempo haciéndose preguntas y tratando de llenar su vacío con cosas materiales y tratando a las personas como si fuesen artículos de consumo. En este vacío existencial, dilapida una fortuna, todo con una carga política, de crítica a un sistema que cosifica a las personas, que genera unas tremendas desigualdades sociales y que no logra dotar de significado a nuestras vidas. 

    2) El simbolismo. Si uno se queda en una lectura superficial, Cosmópolis es una chorrada. Pero en ella, como en la buena poesía, cada elemento es un símbolo que se abre. En primer lugar, está el viaje. Eric, el hombre que lo tiene todo, cruza la ciudad para cortarse el pelo en una vieja peluquería a la que iba cuando era niño. Es el retorno al origen, despojarse de todo lo material para buscar esa esencia que dote de significado a la vida. El viaje de la limusina es la búsqueda del sentido de la vida. Como no podía ser de otra manera, en el mundo capitalista globalizado, el trayecto se demora interminables horas en un atasco, otro símbolo de la humanidad actual. El viaje tiene lugar en una limusina, aislada del exterior por un equipo de seguridad, cristales blindados y en la que tiene todo lo que pueda necesitar, desde comida a un retrete. Otro símbolo del aislamiento humano en una sociedad en la que sólo cuenta el individuo. Y así sucede con cada uno de los elementos que configuran esta novela, hasta dotarla del misterio del mito. 

    3) La técnica narrativa. DeLillo es un escritor muy particular. No es fácil de leer. De hecho, a veces es un poco caótico. Uno no debe leer esta novela como si fuese un best seller, con una narración lineal que transcurre sin altibajos. Cosmópolis combina los monólogos interiores y el punto de vista pegado al personaje, con la narración tradicional, pero sin darnos demasiados datos acerca de lo que está sucediendo, de modo que por momentos el lector tiene la sensación de onirismo. No podía ser de otra manera. El descenso a los infiernos de Eric no podía ser contado de forma racional, porque el ser humano no lo es. Precisamente uno de los problemas del moderno capitalismo de consumo es el exceso de racionalidad, y Eric es una víctima de ello. De ahí que su retorno al origen se concrete formalmente en un estilo caótico, cercano al impresionismo.
    

2 comentarios:

  1. No sé si lanzarme a DeLillo o no... Me atrae que sea una novela de ideas y hasta lo del simbolismo, pero que sea muy caótica... no sé, no sé.

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  2. Muy interesante todo lo que cuentas. No he leído a DeLillo y es algo a lo que tendré que poner remedio en breve, con esta u otra novela.
    Saludos.

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