domingo, 11 de enero de 2015

Malcolm Lowry. Bajo el volcán



     La novela empieza con la conversación entre dos amigos, Jacques Larvelle y el doctor Vigil, en la que recuerdan la trágica muerte de otro amigo común, el excónsul británico Geoffrey Firmin. Luego la acción se retrotrae a un año antes, precisamente el del día de la muerte del excónsul Firmin en Cuernavaca, México. A partir de las últimas horas del protagonista, por medio del flashbacks, de monólogos interiores y de todas las técnicas narrativas que popularizó Joyce en el Ulises, Lowry nos habla de las infidelidades de Yvonne, la mujer del cónsul que lo había abandonado un año antes y que se reúne con él el día de su muerte con la intención de retomar su relación, de Hugh, el hermanastro izquierdista que quiso ser cantautor y que tuvo un affair con su cuñada, y, sobre todo, la infinita tristeza sin causa y el descenso a los infiernos del alcohólico Geoffrey Firmin.
      Dicen por ahí que Lowry tardó diez años en escribirla. También dicen por ahí que Hugh y Geoffrey son la proyección de la personalidad de Lowry. Y también se comenta que es una de las joyas de la literatura universal.
       La novela tiene muchos puntos a su favor. 
     Para mí lo mejor es la tristeza infinita, la desolación sin causa del cónsul. Quien haya tenido alguna vez una depresión -no estar triste porque tu novia te ha dejado, sino una depresión de verdad- sentirá que Lowry sabe de lo que habla. Recrea con una fidelidad alucinante esa sensación del sinsentido absoluto de la existencia, de la nada, y la tendencia a la autodestrucción de esos estados depresivos o esas personalidades depresivas. Además, Lowry, como los grandes escritores, encuentra la belleza verdadera en el dolor. Hay algo de grandeza, de una belleza absoluta en la persona de Geoffrey Firmin.
       También es muy interesante Hugh, el hermano cantautor y luchador izquierdista. Es un personaje mucho más estereotipado que su hermano, pero no por eso es plano. Cuando digo que es estereotipado quiero decir que es un tipo, un personaje que podemos encontrar fácilmente a nuestro alrededor. Esta suerte de pseudoaristócratas con inclinaciones progres fue muy corriente en su época. Y es sorprendente la maestría con la que Lowry disecciona a este tipo de personajes, con sus contradicciones y sus aristas -probablemente porque Lowry era un poco así-.
     La novela está llena de simbolismo. Lowry era aficionado a la cábala, a buscar correspondencias y cosas por estilo. Llenó la novela de estos símbolos que tienen muchísima capacidad de sugerencia. Estos símbolos universales son plurisignificativos, de modo que uno puede leer varias veces la novela y encontrar en cada una de las lecturas un nuevo matiz, un significado nuevo.
            Sin embargo, no todo es maravilloso en Bajo el volcán.
           Lowry es una víctima de su generación. Era una época en que estaba muy de moda la experimentación y él sucumbe a este gusto de época. Es una pena, porque la experimentación literaria no siempre envejece bien. Hace que la lectura sea lenta, por momentos farragosa, y acaba aburriendo. Supongo que más de un intelectual se llevará las manos a la cabeza, pero a mí el Ulises me parece un coñazo de carallo. Hay veces en que la experimentación tiene sentido. La muerte de Artemio Cruz, por ejemplo. Pero el exceso de formalismo satura.
            En conclusión: una muy buena novela. Lowry conoce como pocos el alma humana. Construye un universo muy rico, lleno de significados, que no limitan la obra a una única lectura. Pero el gusto de época lastra un poco la novela. Hoy ya han pasado de moda muchos de esos giros y, más que sorprendernos, nos cargan.
         Y nada más, salvo comentar algunas curiosidades antes de terminar:
       a) Lowry concibió Bajo el volcán como una trilogía. Bajo el volcán era el infierno y había pensado en otras dos obras, una para el purgatorio y otra para el cielo. 
    b) Lowry empezó a escribir Bajo el volcán como si fuese un cuento que luego fue ampliando -como El Quijote-. 
       c) Trece editores rechazaron la novela. Uno de ellos dijo que la caracterización de los personajes era pobre -hay que ser burro para decir esto- y que era aburrida -en esto estoy de acuerdo por momentos-.
      d) La versión definitiva de la novela la hizo en un bosque de la Columbia británica a la que lo habían mandado después de que lo deportasen de México. Fue uno de los pocos periodos de sobriedad de Lowry.
       
      

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