domingo, 20 de abril de 2014

Tetralogía de parias contemporáneos I: Owen Jones. Chavs: La demonización de la clase obrera.

Tetralogía de parias contemporáneos I:
Owen Jones. Chavs: La demonización de la clase obrera.







                Owen Jones es un periodista, no un antropólogo, filósofo o sociólogo. Si uno espera encontrar en este libro grandes teorías, acabará defraudado. Pero sin duda merece la pena
Owen Jones. Ojo a su cara de buen chico.
leerlo porque, aunque no diga nada que no hayamos oído ya, sistematiza el pensamiento político de lo que debería ser la izquierda contemporánea y argumenta con datos. Además, está muy bien escrito.
                Chav es un término que se utiliza en inglés para referirse a jóvenes de clase baja, violentos, con tendencias delictivas, semianalfabetos, borrachos, aficionados a las drogas, desempleados y sin intención de buscar trabajo, beneficiarios de lo poco que queda del estado del bienestar. En España hay muchos términos para referirnos a nuestra versión autóctona de los chavs: canis, quillos, malotes, garrulos, ninis... Los hay en prácticamente todos los países de la Europa occidental, cada cual con sus diferentes nombres y pequeñas variantes propias.


chavs

                Owen Jones comienza el libro contando una anécdota en la que un grupo de universitarios hacen comentarios despectivos sobre los chavs. Él se sorprende y piensa que, si alguien hubiese hecho un chiste sobre negros, judíos, gitanos, musulmanes o mujeres, se hubiese encontrado con una respuesta airada e inmediatamente lo hubiesen tachado de racista o machista. Sin embargo, nadie hace ningún comentario sobre un chiste que encubre un profundo desprecio de clase. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Owen Jones sostiene que es el resultado de una campaña por parte de los poderosos que tratan de culpabilizar por su precaria situación a las víctimas de un sistema injusto. Es una respuesta arriesgada, porque todos nosotros –o nuestros hijos- hemos sido intimidados por canis en la discoteca, nos han atracado o tenemos que aguantarlos fumando porros y montando lío en el parque que hay delante de nuestra casa. Owen Jones no se arredra. Y da argumentos.
                Empieza analizando el papel de los medios de comunicación. La prensa, la televisión y la publicidad difunden una imagen de los chavs como si fuesen hordas alcoholizadas de delincuentes. Compara el caso de Madeleine MaCann y el de otra niña de clase baja que desapareció en 2008. Como era de esperar, la familia pobre no recibió ni la décima parte de atención que los McCann de clase media. Analiza series como Shameless o
Shameless
Little Britain, donde se caricaturiza a los chavs y le trasmiten de forma subliminal al espectador la idea de que son gente que bebe demasiado, fuma demasiado, come compulsivamente, se pelea, son racistas, tienen hijos siendo aún adolescentes y, en definitiva, son total y absolutamente irresponsables. Al mismo tiempo, todos los días nos levantamos con un crimen o delito protagonizado por alguien de clase baja, pero, dado que los pobres son millones de personas, estos no dejan de ser episodios aislados y, sin embargo, los medios, cada vez que tiene lugar un episodio de de este tipo, lo airean y lo repiten una y otra vez hasta hacer pasar un episodio aislado por norma. Y así se provoca el odio hacia los chavs.
                A continuación, da la razón por la cual Gran Bretaña ha llegado a esto: once años de tacherismo, el neolaborismo de Tony Blair y el actual gobierno conservador de David Cameron. Margaret Tatcher privatizó el país, acabó con los sindicatos e impuso una moral individualista que anulaba cualquier sentimiento de clase -creo recordar aquella frase suya de que la sociedad no existe, que lo único que hay son individuos y familias-. El laborista Tony Blair y su tercera vía, lejos de reconducir la política británica, ahondó en las diferencias de clase y la demonización de la clase obrera con su discurso de la meritocracia y de que las desigualdades reflejan las diferentes capacidades individuales. Todo esto es falso, por supuesto, y, si no me detengo a citar todos los argumentos en contra que da Jones, como, por ejemplo, las diferentes posibilidades de acceso a la educación, es porque son tan evidentes que no merecen la pena. El gobierno tory de David Cameron hereda encantado esta situación y añade leña al fuego difundiendo la idea de que la pobreza nos el resultado de un sistema injusto, sino de la mala educación. Un argumento más para demonizar a los pobres: si lo son, es porque no saben educar a sus hijos.

Foto que saqué de una página inglesa sobre chavs. Como se ve, no escogieron para hablar de ellos una estampa de una agradable comida familiar.

                ¿Y todo esto para qué? Pues para lo que sabemos todos: bajarle los impuestos a los ricos, subírselos a los pobres vía impuestos indirectos, acabar con lo poco que queda del estado del bienestar, privatizar y, en definitiva, hacer una auténtica y verdadera política de clase. En este caso, para defender los intereses y privilegios de la clase dominante.  
               Y ahí queda eso.
               Pero no quiero acabar sin comentar lo que dice en el Epílogo acerca de los disturbios que tuvieron lugar en Inglaterra cuando millares de chavs salieron a la calle a robar, quemar y saquear. Me llamó muchísimo la atención que los chavs sólo robaban zapatillas deportivas, iphones y cosas así. Nadie trató de saquear tiendas de muebles de diseño o tiendas de electrodomésticos, donde, sin duda, hubiesen podido obtener un botín de más dinero. La respuesta de Owen Jones, que creo que es acertada, es que vivimos en una sociedad consumista. Los artículos de prestigio social son la ropa y los teléfonos móviles. Los chavs ni se plantearon qué podrían hacer con una encimera Silestone.

             Y para terminar, una reflexión personal sobre estos disturbios. En mi opinión, son el equivalente de las huelgas salvajes de finales del siglo XIX y principios del veinte. En aquellos tiempos, el capitalismo era un capitalismo productivo. Lo que se producía se vendía y hacía falta gente que trabajase en las fábricas. Cuando la clase obrera se sublevaba, lo hacía para reivindicar mejoras en lo que la sociedad consideraba útil, en aquel momento el trabajo. Hoy en día el capitalismo no es productivo, sino financiero. La tecnología y la deslocalización de la producción al tercer mundo han expulsado a los trabajadores occidentales de las fábricas. Lo importante ahora no es producir, sino vender. Es decir, consumir. Y cuando los chavs se sublevan en Inglaterra, reivindican lo que la sociedad considera útil: roban artículos de consumo. Huelgas y saqueos no son más que diferentes expresiones del descontento social. Hablaré más sobre este tema en la segunda parte de esta tetralogía cuando comente a Bauman. (Bauman. Parias

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